Artículo originalmente publicado en The Universe.

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GISBERT, Diego (2013). Imagen extraída del manual de Only War. El Milenio 41 es una mierda, te lo digo yo.

Cuando juego Warhammer 40K en cualquiera de sus variantes —de aquí en adelante abreviado como W40K— me gusta pensar que en el maldito Milenio 41, como rezan todos los manuales del juego, efectivamente, sólo hay guerra. Y que la guerra por la supervivencia de la especie humana en un cúmulo de galaxias que suma un millón de mundos nos iguala a todes y sinceramente, a nadie le importa un pimiento tu identidad de género o tu sexualidad mientras contribuyas a mantener a raya la extinción un día más. Así, un sistema patriarcal en el sentido más estricto del término no se sostendría en el Imperio (del Hombre, cómo no, porque ese machismo rancio no nos lo quitamos del lenguaje ni en el Milenio 41): todos los seres humanos son igual de prescindibles, combustible que alimenta el sistema y más específicamente al Emperador, que no es más que un cadáver pudriéndose sobre un trono de oro en el Palacio de Terra.

Realmente, si leemos un poco de trasfondo, vemos que gran parte de los problemas sociales de hoy en día se intensifican brutalmente, pero también es un futuro tecnológicamente arcaico y la humanidad está al borde del colapso —y abocada al fracaso—: hay que mantener el barco a flote a cualquier precio y además indefinidamente. Planes de futuro para qué.

Y luego recuerdo que, wow, en una ambientación que el año que viene celebra su 30 aniversario (1987-2017), la principal fuerza de combate del Imperio, el Adeptus Astartes (los conocidísimos Marines Espaciales), no acepta mujeres entre sus filas. Haciendo especial hincapié en las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, la justificación oficial es que sólo se escoge a los más fuertes y más dignos para portar la semilla genética de sus respectivos primarcas; no es necesario especificar que absolutamente los 21 eran hombres, como el Emperador.

Tuve mi primer contacto con el universo de W40K hace aproximadamente 7 u 8 años. No con el wargame, al que no empecé a jugar hasta años después, sino con el trasfondo del Milenio 31. En la sección de ciencia ficción del Corte Inglés local me topé con una maravillosa edición de La Herejía de Horus¹, un preciosísimo libro ilustrado —si os interesa y aún tenéis oportunidad de conseguirlo (fue una edición limitada) no dudéis en añadirlo a vuestra biblioteca personal, aunque sólo sea por el apartado gráfico— acerca de los eventos que marcan la ambientación actual del Milenio 41. Leí muchos de los textos e inmediatamente las ilustraciones llamaron mi atención. Había bastantes mujeres y todas parecían poderosas e importantes.

Pero ése no fue el contacto fuerte. Cuando por fin conseguí ahorrar dinero suficiente, decidí que iría a comprarlo a una librería especializada de la ciudad, y así de paso hacerme un huequito en la comunidad, si es que allí encontraba a alguien que lo hubiese leído. En la tienda no me crucé con ninguna chica. Eso, obviamente, no me gustó. Me sentí terriblemente ajena y observada mientras yo sacaba el libro que llevaba meses queriendo comprar de la estantería. Pagué sin decir absolutamente nada y me fui, sin mirar a nadie.

Eventualmente empecé a jugar y coleccionar miniaturas. Cuando escogí mi ejército, Marines Espaciales del Caos, sabía que iba a obtener cero representación, pero me gustaba el trasfondo y lo que había leído, así que lo dejé pasar. Tampoco me importaba no poder conversionar ninguna miniatura porque los Marines Espaciales no pueden ser mujeres. Pero en el fondo sé que también fue porque no quería ser una chica más jugando eldars, que todo el mundo sabe que son un ejército femenino porque son los elfos del espacio (cuando empecé con Warhammer Fantasy, iba con la idea de jugar Caos, pero me convencieron para que empezase con Elfos Silvanos: era una chica y no sabía jugar). Y como pasa exactamente en el ámbito de los videojuegos, todo el mundo sabe que las chicas sólo juegan a juegos de chicas.

Warhammer 40K tiene un trasfondo impresionante, prácticamente inabarcable y constantemente en expansión y/ o renovación. Es una ambientación futurista con cero realismo histórico, lo que significa que les autores tienen libertad total a la hora de diseñar, por ejemplo, sociedades dentro del propio universo. ¿Por qué entonces es tan difícil verse representada, identificarse plenamente con sus personajes? Será que, en el fondo, no es más que es un reflejo de nuestro siglo XXI patriarcal.

Las novelas y los Personajes Femeninos Fuertes™

Igual os pensabais que en el Milenio 41 nos íbamos a librar de la boobplate y los tacones².

Pasé años, literalmente, odiando a todos los personajes femeninos de las novelas. Es verdad que cuando empecé con ellas, allá por 2008, no tenía ni la más remota idea de feminismo, pero eso no justifica en absoluto el elevadísimo grado de desprecio que sentía cada vez que una mujer aparecía en lo que yo consideraba mis libros. El patriarcado nos educa en la rivalidad entre mujeres, así que es posible que viese la aparición de personajes femeninos en una novela mayoritariamente masculina como una afrenta personal. Las odiaba porque nunca eran como yo, en ningún aspecto, y me sentía a años luz de ellas y de sus personalidades.

No es la primera vez que me paro a analizar la situación y pienso: «¿En qué momento me di cuenta de esto y la situación cambió?». Y siempre se me viene a la mente la misma escena de la decimotercera novela de la serie Los Fastamas de Gaunt³. Ana Curth, la cirujana del regimiento, que hasta aquél momento odiaba con todas mis fuerzas por ser la novia de Ibram Gaunt, hace unas declaraciones con respecto a sus sentimientos por el comisario al ver que a él le interesa y atrae otra mujer. Y cuanto más pienso en ello más cuenta me doy de que, probablemente, sea la primera escena verdaderamente humana que leo en un libro de W40K con protagonistas femeninas. 

Porque, efectivamente, el Milenio 41 está lleno de Mujeres Fuertes e Independientes™ y la Guardia Imperial más. Después de todo, ¿en qué momento importan tus sentimientos como mujer cuando hay una guerra por la supervivencia de toda la Humanidad que librar?

Mujeres especialistas e instituciones femeninas

Casi con total seguridad lo que más llama me la atención del Milenio 41. Existen las mujeres especialistas, y no sólo como individuos, sino como instituciones enteras dentro del orden imperial. Como las Hermanas de Batalla, las más conocidas, ya que son una organización jugable como facción del wargame: una orden de religiosas guerreras —habitualmente descritas como fanáticas; eso ya no es tan guay—, brazo armado del Ordo Hereticus inquisitorial. O las Hermanas del Silencio, algo menos conocidas: poderosísimas parias al cargo de las Naves Negras. Incluso en Marte hay un culto de asesinas del Ordo Mechanicum, las Hermanas de Cydonia.

Sin embargo, ¿hasta qué punto es alabable la mera existencia de este tipo de organizaciones, sin ningún desarrollo posterior? ¿Es feminista en sí que existan las Hermanas de Batalla y se diseñen miniaturas? ¿Tienen estas mujeres especialistas una representación correcta y real?

Evidentemente, la respuesta es NO cuando lo único que se hace es cumplir una cuota de manera vaga y descuidada. O, lo que es más habitual, introduciendo descripciones o ilustraciones que no son más que puros fetiches sexuales. Un ejemplo claro son las seguidoras de Slaanesh, el dios del Caos del placer: es curioso que las mujeres siempre exploten la faceta sexual, mientras que los hombres se centran en la búsqueda de la perfección o superación personal. De las famosísimas, entrenadísimas y letalísimas asesinas del Culto de la Muerte enfundadas en atuendos BDSM de látex y con maquillaje impecable y taconazos no voy a hablar, para eso he incluido dos ilustraciones —queda pendiente para otro día, no os vayáis a pensar, como tantos otros puntos que no he tocado aún.

En las (muchísimas) novelas que tienen por protagonistas Marines Espaciales es dificilísimo encontrar representación femenina, y mucho menos personajes verdaderamente relevantes o, en su defecto, bien construidos.

Cuando pienso en los años que he invertido en este juego y sus derivados me dan ganas de llorar de la impotencia, pues por muchísimo que me guste la ambientación, es un hobby que no me devuelve absolutamente nada, sólo juegos de rol en los que lo único que puedo hacer es crear mi propio Milenio 41.

¹ MERRETT, Alan (2008). La Herejía de Horus: La gran guía ilustrada. Barcelona: Timun Mas. Las ilustraciones son de John Blanche.
² Ilustraciones extraídas de los diversos manuales de rol.
³ ABNETT, Dan (2012). Salvation’s Reach (Los Fantasmas de Gaunt: La Victoria nº 2). Barcelona: Timun Mas.

figura-2Leona. | Me dedico al diseño gráfico y a la ilustración, a jugar a videojuegos y a leer y hablar de cómics | Soy exigente con la representación femenina y LGTB.

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